Déjame sueltas
las manos
y el corazón, déjame libre.
Deja que mis dedos corran
por los
caminos de tu cuerpo.
La pasión, sangre, fuego, besos,
me incendia a
llamaradas trémulas.
Ay, tú no sabes lo que es esto.
Es la tempestad
de mis sentidos
doblegando la selva sensible de mis nervios.
Es la carne
que grita con sus ardientes lenguas.
Es el incendio.
Y está aquí, mujer,
como un madero intacto
ahora que vuela toda mi vida hecha cenizas
hacia tu
cuerpo lleno, como la noche, de astros.
Déjame libres las manos
y el
corazón, déjame libre.
Yo sólo te deseo, yo sólo te deseo.
No es amor, es
deseo que se agosta y se extingue,
es precipitación de furias,acercamiento
delo imposible,
pero estás tú,
estás para dármelo todo,
y a darme lo
que tienes a la tierra viniste,
como yo para contenerte,
y desearte,
y
recibirte.